Para los serranos no cabe diferencia entre la raza Merina variedad Montes Universales (MMU) y trashumancia, una cosa lleva a la otra, actividad aún vigente y que ha marcado decisivamente la personalidad de quienes la practican. Los pastores de la Sierra de Albarracín siguen mejorando su merina (como ellos la llaman) cabañas heredadas de sus padres generación tras generación y renovadas en cada reposición.
D. Ignacio de Asso, (1798) ratificaba la vocación ganadera de los vecinos de la Comunidad de Albarracín:
“Toda su suerte la hacen los ganados, cuya lana es sin duda la más fina de Aragón, y manifiesta, que la natural aptitud del terreno exige se dé la preferencia al arte pastoricia. Los antiguos pobladores y habitantes del Partido convencidos de tan notoria verdad dedicaron toda su atención a la cría de ganados estantes y trashumantes y esta fue siempre su auténtica riqueza”.
Merina variedad Montes Universales
En la Sierra de Albarracín desde tiempo remoto la actividad ganadera ha sido predominante y con ella la trashumancia.
La historia de la trashumancia nos lleva a un tiempo inmemorial. Algunos investigadores relacionan la trashumancia con el nomadismo de los pueblos celtíberos. Según Tito Livio, los celtíberos eran pastores y al parecer la Comunidad de Albarracín y los territorios limítrofes de las sierras de Cuenca y Guadalajara, se inscriben en un espacio que correspondería con la Celtiberia meridional. Julius Klein sostiene que la costumbre de las migraciones semestrales se remonta a la época de los iberos, ya que los pastores andariegos prestaron ayuda a los cartagineses en sus marchas a través de la península Ibérica. Este mismo autor piensa que los musulmanes contribuyeron a la consolidación de la merina. ”La raza merina predominaba en la Sierra de Albarracín desde el siglo XV. Igual que la churra tensina en el Pirineo”. (Fernández Otal, 1996).
Constatamos desde la Edad Media una gran afluencia de ganaderos aragoneses, valencianos y castellanos a herbajar con sus rebaños a los frescos pastos estivales de la Sierra de Albarracín, pagando 10 cabezas por rebaño (cada rebaño se formaban por 1000 ovejas), hasta que en 1936 Jaime redujo este derecho a 5 cabezas
La lana de raza Merina variedad Montes Universales
Entre 1390 y 1400 figuran algunos lugares serranos como abastecedores de lana a la compañía italiana Datini de Prato: Albarracín, Orihuela del Tremedal, Bronchales, Torres de Albarracín, Villar del Cobo, Saldón, Bezas, Terriente y Jabaloyas.
La principal actividad de la sierra de Albarracín en el pasado giró en torno a la ganadería y a un producto derivado de la misma: la lana. Importantes cabañas ganaderas pastaban de manera permanente o temporal en la sierra, los cuales según distintos testimonios eran de excelente calidad y proporcionaban una lana muy fina.
Para D. Ignacio de Asso había una “grande diferencia entre los ganados de Albarracín que invernan en Andalucía (en la sierra cuando hablamos de Andalucía incluye Extremadura y Ciudad Real) y los que van a Valencia y Murcia, porque la lana de los primeros es sin comparación más fina que la de estos, como se observa en algunos de Valdecuenca y Calomarde. La finura de estas lanas se debe al cuidado que han tenido los naturales de mejorar las castas con las ovejas y padres de Soria, otras partes de Castilla y Extremadura. Igualmente contribuye a la excelencia de la lana de Albarracín la naturaleza de los pastos, en los cuales se reúne la finura, delicadeza y abundante sustancia nutritiva. Las dehesas reputadas por sobresaliente son las de Ródenas, las de la Muela de S. Juan cerca de Griegos y los montes de Frías y Guadalaviar”.
Una parte importante de la producción lanera se exportaba sin elaborar a Italia, dónde servía de materia prima a las manufacturas textiles del norte del país. La lana empezó a tener una presencia importante en Italia a partir del siglo XIV.
La lana no sólo constituyó parte del comercio exterior sino que también alimento la industria textil autóctona, cuyo origen se remonta a la época de la reconquista.
Durante los siglos XIX y XX asistimos a una lenta caída del valor de la lana. Aunque la producción de carne y pieles siempre fue el fin principal de la explotación ganadera, durante siglos la lana resultó tanto o más codiciada, hasta el punto de que hubo momentos en los que el valor de la producción lanar de la res superaba hasta cuatro veces el del propio cordero. Tal era así que los pastores de la Sierra de Albarracín que trashumaban en los extremos pagaban las dehesas con lo que recogían de la venta de la lana e incluso tenían el sustento asegurado cuando regresaban a sus casas durante el verano.
Trashumancia de la raza Merina Montes Universales hoy en día
Apasionarse por los orígenes y tradiciones de la trashumancia es una parte esencial de la cultura española. Se sigue manteniendo unida la trashumancia con la oveja Merina variedad Montes Universales. Muchos fueron los que intentaron cambiar la sangre de su ganado, comprando corderas de reposición de otras razas. Pero se dieron cuenta que no se adaptaban a este ir y venir, a estos cambios bruscos de temperatura. Los pastores trashumantes o estantes de la Sierra de Albarracín llevan siglos manteniendo esta variedad.
Debemos hacer también una referencia a los pastores que por distintas causas decidieron quedarse a invernar en la sierra, siguen manteniendo esta raza, porque quizás sobrelleva muy bien las primaveras y veranos pastando como las cabañas trashumantes en la Sierra. A convertirse en ganados estabulados durante el largo invierno sin salir al campo.
El monte de lanas
Para asegurar la mayor fuente de ingresos que era la lana, la Comunidad creó en la segunda mitad del siglo XVII, el Monte de lanas, con sede en Albarracín, y cuyo objetivo era comprar y vender la lana de los ganaderos de la Sierra.
El monte de lanas era una institución desarrollada por la comunidad con unos claros objetivos sociales: defender el precio de la lana ante los grandes compradores foráneos y socorrer a los ganaderos en caso de dificultad económica mediante el adelanto de dinero a cuenta de la venta de su lana y con unos intereses razonables.
La Mesta de Albarracín
Los ligallos o las mestas tienen un origen similar tanto en Castilla como en la Corona de Aragón. Según el primer gran historiador de la trashumancia, Julius Klein, estas asambleas podrían tener antecedentes visigodos, ya que se encuentran referencias a las mismas en el Fuero Juzgo.
La mesta de Albarracín fue controlada por las oligarquías locales de las aldeas, que eran los primeros interesados en la buena marcha de los rebaños. Además, sus beneficios iban a parar a la Comunidad y repercutían en la mejora de la infraestructura ganadera: pasos, abrevaderos y veredas. De ahí que en sus ordenanzas se recogiera la obligación de celebrar estas asambleas, estableciendo las penas a los ganaderos que no asistieran.
Albarracín no conto con una asociación de pastores hasta el siglo XV. La cercanía y las relaciones de Albarracín con el reino de Castilla (lugar de invernada de una parte de su cabaña) hizo que sus oficiales pretendieran desde antiguo gozar de las mismas prerrogativas que los hermanos del Honrado Concejo de la Mesta. Finalmente, y previo pago de 26.000 escudos a la monarquía, los ganaderos de Albarracín consiguieron una real cédula de Carlos II que les asemejaba a los castellanos, aunque seguían manteniendo sus particularidades y privilegios.
Beneficios de la variedad Montes Universales para la trashumancia
La raza Merina de la Variedad Montes Universales sufre condiciones extremas. Es una oveja fuerte que soporta tranquilamente una vereda de otoño a los extremos llena de frío y nieve, a una calurosa vereda de regreso en junio sin apenas agua para abrevar y en ocasiones escasez de comida
Ir de vereda (cañada conquense) hoy por tierras españolas es algo muy difícil más en primavera (este todo sembrado) que en otoño. Manejar un ganado de ovejas es a veces imposible, la oveja Merina variedad Montes Universales gracias a su tamaño más pequeño y rusticidad es más fácil de pastorear por las veredas o de cargar en un camión (trashumancia que se hace en camiones).
No sólo hablaré de su tamaño, como virtud, sino de su temperamento. Oveja noble fácil de pastorear en los terrenos abruptos de la Sierra de Albarracín, ganado tranquilo que anda despacio bajando cada amanecer de la montaña al llano a la voz de su pastor y al son de los cencerros.
Actualmente la trashumancia parece existir debido al orgullo, la tradición y al duro trabajo de los pastores. Lo que se necesita ahora es apartarse de la idea romántica y encarar la realidad. No deberíamos enfatizar el romanticismo de la trashumancia hasta tal punto en que sea vista como algo demasiado sagrado para permitir que la industria moderna la envuelva en su manto.
Toda la información se ha conseguido del libro Guía del Museo de la Trashumancia de Guadalaviar. En el cual se habla de esta practica milenaria y la importancia de la evolución de la Raza Merina, hasta convertirse en La variedad Merina Montes Universales